miércoles, 8 de noviembre de 2017

Leyendas del Mañana.






Hay series y películas nacidas para ser menospreciadas. Infravaloradas antes de nacer, se emiten con el estigma de la serie B y son consumidas de tapadillo, casi como pecado moral y mortal que no debe conocer nadie. Son series que se viven en secreto, como una depravación sexual. Es más, hay gente que antes confesaría una parafilia antes de reconocer que pierde su valioso tiempo en series como "Leyendas del Mañana". Para ponerse la tirita catalogan estos productos como "placeres culpables"; expresión que detesto porque me parece un ejercicio de cobardía por parte de gente que no sabe defender ni sus gustos ni su criterio.

En el infinito catálogo de series, plataformas, y formas de ver entretenimiento televisivo, podemos dejarnos tentar por todo tipo de géneros. Desde el policíaco de toda la vida, el culebrón, la serie intensa, el objeto de culto y las de siempre. Puedes tirarte por esa serie británica que han comentado en ese reportaje moderno de esa web tan exclusiva y ser el primero en comentarla para que te den la medalla invisible, o puedes ver la "purria" más generalista con cuidado de que nadie se entere.

Leyendas del Mañana podría clasificarse en esas series de las que nadie habla, porque es de superhéroes, no tiene el sello de calidad de webs o entendidos, y está dirigida a un público fan de otros productos como Arrow, Supergirl, Flash, o similares. Leyendas del Mañana es una serie del canal CW; por lo que está orientada a un público joven que busca caras bonitas, romanticismo y algo de emoción ligera. CW pilló los derechos de algunos personajes DC, y desde hace años se dedica a crear un universo propio ciertamente exitoso. Series que han generado ampollas a los puristas, con tramas que se pasan de intensitas y se eternizan, actuaciones discutibles y un interés por entretener encomiable. Capítulos de poco más de cuarenta minutos donde pasa de todo, aunque las tramas generales se estanquen. 

Y Leyendas del Mañana es la mejor de todas. Por varios motivos. El primero: no tiene reparos en volverse contra sus mismas reglas (los viajes del tiempo) si por ello la historia tira hacia adelante. Porque, ¡ah! es un serie de superhéroes que viajan por el tiempo en una nave llamada Waverider, capitaneada por un Amo del Tiempo inglés que quiere detener a un villano inmortal que asesinó a su familia. Y para ello recluta a un grupo de villanos y héroes para que le ayuden. ¡No son héroes, pero se convertirán en Leyendas! ¡Toma!

Se comenta que la premisa es el Doctor Who, y puede ser verdad, si el que lo dice no hubiera leído un cómic DC en su vida. Porque antes de Who es JSA, es Golden Age; es más DC que cualquier serie; y es más de todo eso de lo que puede tener de Doctor Who salvo algún guiño y que uno de los personajes fue compañero del Doctor.

Hawkgirl, Átomo, Capitán Frío, Ola de Calor, Canario Blanco, Rip Hunter... Peleas entre ellos, enamoramientos, conflictos morales... esta serie es lo más parecido a una grapa comiquera en formato televisivo. Y, además, tiene un formato más reducido: dieciséis episodios en contraposición a los veintidós de sus series amigas. Y se agradece. Es una serie ligera, divertida, bien hecha (Joe Dante dirige uno de los episodios de la primera temporada), desvergonzada y llena de guiños a los cómics y la cultura popular.

Pero nadie habla de ella, ni nadie reconocerá verla. No está de moda. Es como las películas de Adam Sandler en Neflix. Nadie las ve, pero él cobra veinticinco millones de dólares por cada una y siguen la racha.

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